Estado Plurinacional de Bolivia

Antonio José de Sucre Alcalá

Antonio José de Sucre Alcalá

  • Nombre: Antonio José de Sucre Alcalá
  • Gobierno: de facto
  • Periodo de presidente: 1825 y 1825-1828

Antonio José de Sucre Alcalá también fue conocido como el Gran Mariscal de Ayacucho, Antonio José Francisco de Sucre y Alcalá es considerado como el militar más completo de los próceres de la independencia. Nació el 3 de febrero de 1795 en Cumaná, denominado en 1898 como estado Sucre, al nororiente de Venezuela, hijo del teniente coronel Vicente de Sucre y Urbaneja y María Manuela de Alcalá.

A pesar de haber sido integrante de una familia de larga tradición militar al servicio de la Corona española, su padre apoyó la causa emancipadora desde sus inicios, acción que emuló Sucre.

Antonio José de Sucre Alcalá al término de sus primeros estudios en la escuela fundada por su tía, María de Alcalá, en la ciudad natal de Cumaná, se trasladó a Caracas, capital de Venezuela, donde ingresó en la Escuela de Ingenieros del coronel español Tomás Mires. Como militar se formó en los valores de orden, disciplina y autoridad, al tiempo que realizaba estudios de matemáticas, agrimensura, fortificación y artillería.

A los quince años Antonio José de Sucre Alcalá se alista en el ejército patriota como alférez de ingenieros y participa en la campaña de Francisco de Miranda (1812) contra los realistas, durante la cual fue ascendido a teniente.

Tras la derrota de este primer intento emancipador, se refugió en la isla caribeña de Trinidad, donde entabló contacto con el prócer Santiago Mariño, a quien siguió en 1813 en la expedición de reconquista de Venezuela, en la que tomó Cumaná e intervino en la organización del ejército de Oriente y nombrado teniente coronel debido a los éxitos logrados.

En 1814, como Edecán del General Mariño, asistió a la unión de las fuerzas del Oriente con las de Occidente en los valles de Aragua (centro-norte de Venezuela), pero su Ejército es derrotado en Aragua y Úrica, y tuvo que buscar refugio en las Antillas. En ese año, sus hermanos Pedro, Vicente y su hermana Magdalena murieron a manos del Ejército realista. No menos de 14 parientes cercanos cayeron durante el transcurso de la guerra de Independencia.

En 1815, regresó a Venezuela y participa en la conquista de Cartagena de Indias, desde donde pasa a combatir en Guayana y el Orinoco. Un años después es nombrado por Mariño como Jefe de su Estado Mayor con el rango de coronel y Comandante de la Provincia de Cumaná.

El 17 de septiembre de 1817, Antonio José de Sucre Alcalá fue designado por Simón Bolívar como Gobernador de la Antigua Guayana y Comandante General del Bajo Orinoco. Un mes después es nombrado Jefe de Estado Mayor de la División de la Provincia de Cumaná, bajo las órdenes del General José Francisco Bermúdez, también prócer de la independencia venezolana.

En 1818, el Liberador instaló en Angostura (hoy estado Bolívar, al sureste de Venezuela) su cuartel general, desde donde comenzó a formar una gran federación con las excolonias liberadas del dominio del imperio español.
En el Congreso de Angostura de 1819 se materializó el nacimiento de la Gran Colombia, constituida por las actuales repúblicas de Colombia, Ecuador, Panamá y Venezuela (incluyendo la Guayana Esequiba, zona en reclamación por el Gobierno de Venezuela) y presidida por el Libertador Bolívar.

A partir de 1819 se convirtió en uno de los principales colaboradores de Simón Bolívar, sobresaliendo por su pericia estratégica y su inquebrantable lealtad al Libertador.

En Angostura, Antonio José de Sucre Alcalá se convirtió en uno de los mejores lugartenientes de Bolívar. Se ganó su amistad, respeto y destacó siempre por sus dotes militares y su elevado sentido de la moralidad. Desde ese momento, la lealtad hacia Bolívar y su compromiso con la Gran Colombia sería inquebrantable.

En noviembre de 1820 es nombrado delegado de la Gran Colombia para concertar los Tratados de Trujillo sobre armisticio y regularización de la guerra.

Lugarteniente de Bolívar

Este marco de circunstancias determinó a Antonio José de Sucre Alcalá a unirse definitivamente al ejército del Libertador; los argumentos de su adhesión a Bolívar se encontraban asociados al principio del orden y las jerarquías que debían guardarse en el interior de los ejércitos. En 1818 marchó a Angostura, donde Bolívar había instalado su cuartel general.

Simón Bolívar comenzaba entonces a hacer realidad su sueño político: formar una gran federación, al estilo de la estadounidense, con las colonias liberadas del dominio español. A la liberación de Venezuela, consolidada en 1819, se añadió ese mismo año la del virreinato de Nueva Granada (la actual Colombia) tras el triunfo de Bolívar en la batalla de Boyacá. En el Congreso en Angostura (1819) se materializó el nacimiento de la República de la «Gran Colombia», constituida por Venezuela y Colombia y presidida por el mismo Bolívar, a la que pronto se incorporarían Panamá y Ecuador.

En Angostura, Antonio José de Sucre Alcalá se convirtió en uno de los mejores lugartenientes de Bolívar y se ganó la amistad y el respeto del Libertador, quien destacó siempre sus dotes militares y su elevado sentido de la moralidad. Desde ese momento, la lealtad hacia Bolívar y su compromiso con la Gran Colombia sería inconmovible. Sucre fue enviado a las Antillas con la misión de obtener armas para el ejército; más tarde pasó al estado mayor de Bolívar y fue designado integrante de la comisión que firmó el armisticio y la regulación de la guerra en Santa Ana de Trujillo (noviembre de 1820) con el general Pablo Morillo, por el que se pretendía evitar al máximo los efectos de la guerra sobre la población civil.

La liberación de Ecuador

En 1821 le fue confiada la dirección de la campaña del Sur, que tenía como objetivo liberar los territorios correspondientes a la Real Audiencia de Quito y promover su adhesión a la Gran Colombia. Esta conquista era de vital importancia para la nueva nación, pues debía asegurar su hegemonía. La misión de Sucre no fue fácil, en vista de la diversidad de intereses implicados en aquella guerra. Las provincias de Quito y Guayaquil se habían alzado en armas en contra del gobierno español; pero, si bien todos estaban de acuerdo con la independencia, no todos estaban a favor de la integración en la Gran Colombia; algunos pugnaban por la unión con Perú, en vista de las relaciones comerciales, y otros preferían la independencia absoluta.

Guayaquil era una de las principales adversarias a la adhesión, pero necesitaba el apoyo del Ejército Libertador. Antonio José de Sucre Alcalá llegó con tropas en su ayuda, y la tregua firmada con los españoles le permitiría formar un ejército digno para la contienda; simultáneamente, pactó con los guayaquileños acerca de cómo debía ser llevada a cabo la conformación y manutención del llamado Ejército del Sur. Mientras durara el armisticio, el ejército se nutriría de recursos humanos y económicos procedentes de Colombia, pero estaba claro que, conforme se fueran reclutando hombres de la región, comenzaría a depender de los recursos locales.

El éxito acompañó a Sucre desde las primeras operaciones militares; obtuvo un gran triunfo en Yaguachi (mayo de 1821), y, tras sufrir un único revés en Huachi, la campaña del Sur concluyó con la batalla de Pichincha (24 de mayo de 1822), en la que cayó abatido el ejército realista. Pocas horas después, Melchor de Aymerich, presidente de la Real Audiencia de Quito, firmó la capitulación. Con esta victoria de Sucre se consolidó la independencia de la Gran Colombia, se consumó la de Ecuador (que quedó incorporado a la Gran Colombia) y quedó el camino expedito para la liberación de Perú, tras la renuncia de José de San Martín.

Liberación de Perú

Para Bolívar, el poder español asentado en Perú era el principal obstáculo para la emancipación de América del Sur. En 1823 envió a Sucre a Lima, capital, para iniciar los preparativos de la campaña de Perú.

Antonio José de Sucre Alcalá acompañó a Bolívar en la victoriosa batalla de Junín, del 6 de agosto de 1824 y, al frente del Ejército patriota en ausencia de Bolívar, venció al virrey José de La Serna en la Batalla de Ayacucho el 9 de diciembre de 1824, en la que brilló por sus extraordinarios dotes de estratega.

Capitulación de Ayacucho

Considerada la más importante de la guerra de emancipación de Sudamérica, la Batalla de Ayacucho significó la definitiva liberación de Perú y el fin del dominio español en el continente. Por su arrojo, valentía y sabiduría militar, el Parlamento peruano nombró a Sucre general en jefe de los ejércitos y le otorgó el título de Gran Mariscal de Ayacucho como reconocimiento a su labor independentista.

«Disposición perfecta, ejecución divina y maniobras hábiles y prontas» fue la caracterización que hizo el Libertador al conocer el diseño y los resultados de la batalla de Ayacucho, desarrollada por el General Sucre.

Nace Bolivia

En los primeros meses de 1825, al frente del Ejército del Sur, Sucre liberó el Alto Perú (actual Bolivia) y convocó una Asamblea Constituyente para que sus habitantes decidieran los destinos de dicho territorio.

Se presentaron tres tendencias: una a favor de la anexión al Río de La Plata, entidad territorial que estableció la Corona española en América como parte integrante del Imperio español.

Otros estaban a favor de la anexión a Perú, y la tercera a favor de la independencia. Triunfó la propuesta de independencia y el 6 de agosto de 1825 se promulgó y se nombró a Sucre presidente de Bolivia.

Siempre leal al Libertador, Sucre pidió a Bolívar que redactase una Constitución para la nueva nación: la república de Bolivia.

Entre otros asuntos, como presidente de Bolivia impulsó la organización de la Hacienda Pública, promovió la libertad de los esclavos, distribuyó tierras entre los indios y dio el empuje decisivo a la educación, creando colegios superiores y escuelas primarias en todos los departamentos del país.

Renuncia al cargo en el año 1828 a raíz de los motines y la presión de los peruanos opuestos a la independencia boliviana. Se retiró a Ecuador acompañado de su hija y de su esposa, Mariana Carcelén y Larrea, la marquesa de Solanda.

En 1829, Colombia requiere sus servicios para comandar el Ejército que enfrentaría la ofensiva peruana en el sur del Ecuador. El 27 de febrero de 1829 triunfa en la Batalla del Portete de Tarquí y ofrece a los vencidos una capitulación que es modelo de generosa fraternidad americanista, fiel a su lema que «Nuestra justicia era la misma antes y después de la batalla». Decidió entonces regresar al retiro al lado de su esposa; juntos se instalaron en la hacienda de Chishince, en Quito.

Su hija Teresita, que vivirá sólo 2 años, nació el 10 de julio de 1829. En La Paz le había nacido un hijo, José María, fruto de una relación con Rosalía Cortés, el 13 de enero de 1826.

La provincia de Cumaná, a la que guardó permanente afecto lo escogió como su representante al Congreso.

A principios de 1830, la Gran Colombia -que se encontraba bajo proceso de desintegración- convocó en Bogotá el que sería su último congreso. Sucre participó como representante de la provincia de Cumaná y nombrado presidente del evento.

Antonio José de Sucre Alcalá apeló al diálogo la concertación con los departamentos que conformaban la República. Como parte de la estrategia, Sucre encabezaba la comisión que iría a Venezuela -que para la fecha había entregado el poder a José Antonio Páez y desconocía la autoridad de Bolívar- para negociar la reversión de esa decisión.

El 4 de junio de 1830, cuando regresaba a encontrarse con su familia en Quito, el Gran Mariscal de Ayacucho Antonio José de Sucre Alcalá fue asesinado de un balazo que le causó la muerte de manera inmediata al momento que cruzaba el sendero estrecho de Cabuyal de las montañas de Berruecos (sur de Colombia). La conjura fue ordenada por José María Obando, jefe militar de la provincia de Pasto.

Como autores materiales fueron señalados José Erazo y Apolinar Morillo, quien diez años más tarde fue apresado y fusilado por esta causa.

Antonio José de Sucre Alcalá, el Gran Mariscal de Ayacucho, fue un hombre de indoblegable actitud libertaria y vigilante de la probidad. Castigaba sin vacilar los crímenes, vicios y corruptelas, pero fue magnánimo con enemigos y adversarios vencidos. Siempre resaltó de Sucre los valores del patriotismo suramericano, el honor, de la gratitud y la lealtad.

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