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Cultura Tiahuanaco

Cultura Tiahuanaco

La cultura Tiahuanaco (Tiwanaku,Tiahuanaca, Tihuanacota o Tiahuanaquense) se desarrolló en el territorio de la actual República de Bolivia entre el siglo XVI a. n. e. y el siglo XIII n. e. Comprendía casi todo el altiplano denominado meseta del Collao (Perú) hasta la costa del océano Pacífico por el oeste y el Chapare (Bolivia) por el este. Su capital y principal centro religioso fue la ciudad de Tiahuanaco, ubicada en las riberas del río Tiahuanaco en el departamento de La Paz (en la actual Bolivia).

Se cree que Tiahuanaco obtuvo una serie de bienes y recursos de ecosistemas diferentes al del Titicaca a través del intercambio con diversas sociedades locales de regiones altiplánicas y vallunas, aunque también manejaron enclaves poblacionales en zonas como Moquegua (sur del Perú) y, posiblemente, Cochabamba en los valles orientales bolivianos. El sitio de Tiwanaku se caracteriza por una amplia infraestructura ceremonial que atestigua pensamiento, difundidos a través de objetos más ligeros como cerámica y textiles.

Historia

La cultura Tiahuanaco fue la más longeva del área andina; por tanto, la periodización evolutiva tuvo distintas teorías y postulados que han ido variando a lo largo de la historia. En un principio Wendell Bennett dividió Tiahuanaco en tres periodos: temprano, clásico y decadente. Esta división cronológica fue replanteada con estudios posteriores. Basándose en la división de Benett, Wallace definió al periodo tiahuanacota temprano como cultura Keya o Qeya.

Posteriormente Ponce Sanginés propuso una cronología en cinco fases; las dos primeras anteceden al periodo temprano que había planteado Benett y corresponden al periodo formativo tardío de América, posteriormente denominado periodo aldeano.

La ciudad de Tiahuanaco fue fundada aproximadamente en 1580 a. C., como una pequeña villa, y creció a proporciones urbanas entre el 300 y el 500, consiguiendo un importante poder regional en los Andes centrales. En su máxima extensión, la ciudad cubría aproximadamente 6 km², y tuvo un máximo de 40 000 habitantes.

Colapsó repentinamente aproximadamente en el año 1187. La ciudad fue abandonada y su estilo artístico se desvaneció (se perdió o desapareció).

Períodos

Aldeano: Épocas I y II (1500 a. n. e.)

En este período el sitio de Tiwanako estaba ocupado por una pequeña aldea con casas rectangulares techadas a dos aguas a las que se adosaba un recinto circular, posiblemente destinado a la cocina. Los cimientos eran de piedra y los muros de adobe; pequeñas calzadas unían las viviendas. No se han encontrado vestigios de arquitectura religiosa o monumental, ni tampoco hay indicios de que existieran clases sociales. Los enterramientos se realizaban directamente en cestas de piedra. Los cuerpos hallados indican que se practicaba la deformación craneana. Su economía se basaba en el cultivo de papa, que para su almacenaje era deshidratada en la forma que hoy se conoce como «chuño»; así mismo se cultivaba la oca. Uno de los elementos decisivos fue la domesticación de la llama lo que permitió el pastoreo; formaban caravanas que sirvieron para el intercambio de productos. La lana fue necesaria para la textilería y su carne servía de alimento.

Mantenían un comercio suplementario a través del intercambio de flechas de obsidiana tan características de la cultura Wankarani. Se traía la sodalita para la manufactura de cuentas que utilizaban como ornamento; también se traía helio basalto de las canteras de Querimita. Se conocía el cinabrio, cuyo color rojo se utilizaba en los entrenamientos. Se trabajaba el cobre incluyendo el vaciado. Así mismo se trabajaba el oro y la plata. En el período aldeano hay dos tipos de cerámica, uno de ellos -que tiene similitud con la Pucara- es incisa y pintada de color marrón, rojo y blanco sobre fondo castaño claro. Son notables las vasijas globulares decoradas con esta técnica, algunas presentan un felino con el cuerpo de perfil y el rostro humanoide de frente. Otras vasijas tienen forma de aves. El segundo tipo carece de pintura y algunas de sus piezas están modeladas en forma antropomórfica.

Urbano: épocas III y IV (45-700 n. e.)

En el siglo II, Tiwanako dejo de ser la aldea concentrada de los primeros tiempos para convertirse en una gran urbe ceremonial que tiene dos centros dominantes: el conjunto de Akapana con los edificios que la rodean y el Puma-Punko situado al suroeste de Akapana. Ambos muestran la estructura doble de Tiwanako, que evidencian la visión propia de la sociedad andina, división que pervive hasta la llegada de los españoles y aun después. Todas las ciudades andinas, incluyendo el Cusco, se dividen en dos; Anan (los de arriba) y Urin (los de abajo).

Expansivo: Época V (700-1200)

En el siglo VIII, Tiwanako se expande sobre la base de de los enclaves preexistentes, tanto en la costa como en los valles interandinos; así mismo extiende su poderío sobre el altiplano y la sierra. Esta expansión fue posible gracias al dominio del bronce que le permitió una gran superioridad militar. La expansión se evidencia por la difusión de los símbolos y elementos Tiwanakotas, que aparece en la cerámica y los textiles de todo el ámbito conquistado.

Esta expansión llega hasta el norte de Chile (San Pedro de Atacama) y muestra relaciones con la cultura de la Aguada (en la actual Argentina), deja su huella en el valle de Cochabamba y avanza por el norte hasta cerro Baúl, en la moderna Moquegua (Perú), donde contactan con la cultura huari, con la que comerciaron intensamente. Ante la caída de Huari en el siglo X, Tiahuanaco también entra en crisis. En el siglo XII el colapso es inevitable y en la región donde floreció Tiwanako aparecen invasiones aimaras, denominados reinos collas.

Religión

Es denominado «Dios Wiracocha o del Báculo» fue el dios principal de los tiahuanacotas, este representa a un dios celestial y según algunas hipótesis, esta deidad podría ser el mismo Tunupa de los posteriores reinos aimaras, o el Wiracocha de los tardíos incas.

Históricamente la deidad de los báculos es adorada en la meseta del collao desde tiempos anteriores a los tiahuanacotas y aparece tardíamente en los wari.

Iconográficamente, la representación mejor lograda y conservada del Dios de las Varas se encuentra en la Puerta del sol, en donde la deidad aparece en posición central rodeada de seres alados.

Se tiene evidencia que los ritos tiahuanacotas fueron de mucha complejidad y asociados al consumo de sustancias alucinógenas. Las sustancias utilizadas, además de las hojas de coca, fueron las semillas de anadenanthera o el parica y eran consumidas en tabletas; las tabletas fueron representadas en las esculturas tiahuanacotas como el monolito de Bennet y de Ponce, además de haber sido encontradas en las tumbas de Tiahuanaco y San Pedro de Atacama. Aparentemente estos alucinógenos se conseguían en enclaves tiahuanacotas en el chapare y eran consumidas tanto por los sacerdotes como por seres humanos sacrificados.

Organización Política

La cultura Tiahuanaco se caracterizó por tener una política de orden teocrático, lo que se traduce en que no se usó la fuerza militar para las conquistas territoriales.

Entre los años 400 y 500 d.C. se hace un refuerzo del poder religioso mediante la concentración del culto en la ciudad de Tiahuanaco y su territorio se amplió hasta la costa del occidente y el bosque tropical del oriente.

Economía

Desde su ubicación estratégica en la cuenca lacustre, donde convergían rutas caravaneras, los dirigentes del Tiwanaku, pudieron controlar el flujo de bienes que se producían en zonas de más baja altitud, como la coca o el maíz.

Para afrontar el impacto del clima sobre la agricultura, construyeron campos de cultivo elevados, conocidos como «camellones» o «sukakollos», que evitaban las inundaciones y, a la vez, acumulaban humedad, moderando los bruscos cambios de temperatura y brindando abundantes cosechas. Su producción principal eran papa y mandioca.

Tuvieron especial importancia la domesticación de la llama y la alpaca, de los que obtenían carne, lana, abono para combustible y un medio de transporte de cargas. Este medio le permitió la integración de enormes redes comerciales por medio de las cuales importaron materias primas como oro, estaño y cobre.

Textilería de Tiahuanaco

La ciudad de Tiahuanaco se destacó en gran medida por su arte textil, donde predomino el uso de lana de animales camélidos andinos como llamas y alpacas.

Se hacían tapices policromos con una técnica sumamente compleja y que se pueden observar todavía en el norte de Chile o el altiplano boliviano meridional.

Los Tiahuanaco y las regiones influenciadas por ellos trabajaron también ornamentos en oro laminado y plata, tallados de madera, objetos hechos de hueso pirograbado, la cestería y cuentas de collar hechas con piedras semipreciosas, hueso y concha.

Sacrificios

En excavaciones realizadas en el sitio arqueológico de Akapana se han encontrado materiales como ofrendas, alfarería, fragmentos de cobre, huesos de camélidos y entierros humanos. Estos objetos fueron encontrados en el primer y segundo nivel de la pirámide de Akapana y la cerámica adjunta corresponde a la fase III de los tiahuanacotas.

En la base del primer nivel de Akapana se hallaron hombres y niños desmembrados a los cuales les faltaba el cráneo; estos restos humanos estaban acompañados de camélidos desarticulados además de cerámica. En el segundo nivel se encontró un torso humano completamente desarticulado. En total se encontraron 10 entierros humanos, de los cuales 9 eran varones. Estos sacrificios corresponden, aparentemente, a ofrendas dedicadas a la construcción de la pirámide.

Decadencia

La decadencia política y religiosa de Tiahuanaco ocurrió entre el 950, 1000 y 1100 d. C. La evidencia en el valle de Azapa (Chile) da cuenta de que los sitios de la élite tiahuanacota fueron destruidos sangrientamente, se observaron tumbas arrasadas y cuerpos que fueron profanados y despedazados. En Moquegua, también se observaron sitios tiahuanacotas destruidos violentamente, aunque en el caso de Moquegua también existe la hipótesis de una destrucción por la invasión del estado huari (hipótesis planteada por Moseley en 1991).

En el caso del altiplano, la pérdida del poder se da de manera menos violenta, esto evidenciado por la continuidad de los estilos alfareros tiahuanacotas alrededor del Titicaca, así como la continuidad de las tradiciones funerarias y cotidianas; lo que hace pensar que el estado Tiahuanaco primero perdió su poder en la periferia (casos de Azapa y Moquegua) y luego en el altiplano. Según Pärssinen la pérdida del poder hizo vulnerables a las colonias a los ataques de etnias locales.

En el siglo XI, la capital de Tiahuanaco fue abandonada y empezaron a aparecer varios asentamientos menores en toda la meseta del Collao. El inicio de estos asentamientos menores empieza a aparecer hacia el año 900 d. C. pero a la par los sitios tiahuanacotas (Pajchiri, Khonkho, Lukurmata) continúan siendo habitados. Antes de eso, la ciudad de Tiahuanaco concentraba una población que se estima entre 25 000 y 50 000 habitantes ​y la evidencia arqueológica de conjuntos habitacionales fuera de la ciudad es escasa. Al parecer ante la pérdida del poder político, grupos poblacionales decidieron emigrar de la ciudad y agruparse en poblaciones independientes por toda la meseta del Collao. El incremento de poblaciones pequeñas se incrementa en función al abandono de la ciudad de Tiahuanaco, en un proceso que termina con el abandono total de la ciudad y la pérdida absoluta del poder periférico.

Los estilos alfareros del Collao nos revelan otros aspectos de la decadencia de Tiahuanaco, aunque todavía son escasos los estudios radiocarbónicos en la mayoría de asentamientos en el valle de Tiahuanaco, para poder determinar con exactitud los asentamientos de la fase V de Tiahuanaco y los pueblos fundados post-Tiahuanaco. Esta problemática en los estudios de la civilización tiahuanacota hace que muchos autores fijen el ocaso de Tiahuanaco en los años 1150 o 1200 (Bermann, Mujica, Ponce Sanginés y Janusek).

En el caso de la alfarería, la desaparición del estilo tiahuanacota es gradual, por lo menos así lo demuestran estudios hechos en las áreas de Machaca y Caquiaviri, esta última posterior capital de Pacajes.

El colapso tiahuanacota en Machaca

El área de Machaca fue habitada por Tiahuanaco de manera temprana, se encontraron llorones de tradición «Yaya Mama» (presentes desde la época de la cultura Chiripa); algunos autores afirman que los monolitos y construcciones en Machaca se iniciaron en la fase III de Tiahuanaco. Sin embargo, el estilo alfarero de Tihuanaco en su fase V pervive en Machaca hasta periodos post-tiahuanacotas. Al respecto, en el año 1955 Rigoberto Paredes, recogió tradiciones orales de Machaca en las que afirmaban que un cataclismo había acabado con Tiahuanaco y que sus sacerdotes y líderes decidieron trasladarse hasta la zona de Machaca cargando sus ídolos. En este caso la evidencia arqueológica coincide con la tradición oral; las excavaciones en Khonkho y Kjula Marca, nos revelan construcciones del periodo pre-clásico de Tiahuanaco (45 d. C.) pero cerámica del periodo V (700 al 1100 d. C.). Al mismo tiempo, las excavaciones de Kjula Marca, revelan que la mayoría de asentamientos en esa región fue fundada posterior a Tiahuanaco e incluso durante la época Inca, esto se explica por que antes del ocaso de Tiahuanaco casi toda la población colindante se concentraba en la ciudad, luego de la decadencia de Tiahuanaco, la zona de Machaca fue llenándose de pueblos pequeños.

El colapso tiahuanacota en Caquiaviri

Las investigaciones en la zona de Caquiaviri demuestran que durante el periodo tiahuanacota, sólo existieron construcciones en las orillas del río Desaguadero, en Nazacara y en el cerro Chicha; el resto del área se encontraba libre de evidencias arqueológicas tiahuanacotas. En el caso del cerro Chicha, existió un adoratorio con evidencias de haber sido utilizado por Tiahuanaco, Pacajes e Incas.

Caquiaviri, durante el periodo de Tiahuanaco, tenía una población escasa y con la progresiva decadencia de los tiahuanacotas, la población en Caquiaviri aumentó a 30 llajtas, en donde el estilo cerámico de Tiahuanaco ya no era puro, si no que denotaba un periodo de transición. Esto quiere decir que con la decadencia de Tiahuanaco se inició un periodo migratorio desde el centro de la ciudad hacia las periferias.

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